viernes, 29 de febrero de 2008

El 8 es el 7, por el talante.

El 7 de marzo o el PSOE como aparato de captura

La Casa Pública de Mujeres, La Eskalera Karakola, hemos decidido
autodesconvocarnos a una posible manifestación del 7 de marzo de este año
y queremos invitar a otras mujeres, a cualquiera, a pensar este mísero
baile de fechas al que este año nos vemos sometidas.

Como muchas y muchos sabéis, el gobierno ha convocado elecciones para el
día 9 sin importarle un bledo que el día anterior, día de reflexión, se
celebre el día internacional de la lucha de las mujeres. Evidentemente,
esto no habría ocurrido de tratarse de otras fechas, pongamos, el 1 de
mayo. Y, a ver, no vamos joderles a los andaluces con unas elecciones en
pleno puente o poner la cita electoral después del 11-M. Vamos, que
alguien se tiene que sacrificar y para eso las mujeres siempre somos
buenas candidatas.

No contentos con eso, la Delegación de Gobierno y la Junta Electoral se
han estado pasando la pelota durante unos días sobre la decisión de
legalizar o no la manifestación. Delegación de Gobierno ha acabado por
ilegalizarla porque entiende que «altera el orden público» y que «no se
puede garantizar que no se exhiba propaganda electoral, garantía más
importante, dicen, que el derecho fundamental de expresión”. Todo pese a
que la Junta Electoral había reiterado que no se trataba de esa clase de
manifestación. No han considerado lo mismo las Delegaciones en Bilbao o en
Valencia o en Barcelona o en Pamplona. Debe ser que allí se altera menos
el orden público. ¿Será Madrid la tumba del 8m?

Este hecho no nos parece una nimiedad. Indica muy claramente que las
reivindicaciones, derechos y presencia pública feminista son un elemento
de tercerísima fila. Si fuera un hecho aislado podríamos pensar, ¡vaya!,
pues se les habrá pasado. Pero si lo unimos al destino de las
reclamaciones que grupos y mujeres sueltas planteamos, entonces deja de
ser mala suerte, para convertirse en machismo, política machista. Y esto
no es monopolio de la derecha.

Pareciera que es la derecha la única responsable de que el aborto siga en
el Código Penal, que se haya paralizado desde hace ya tiempo el impulso
por garantizar los derechos sexuales y reproductivos o que se haga
paternalismo de Estado con quienes quieren ejercer el derecho a parir o no
parir. El PSOE grita con alarma, ¡que viene la derecha! ¿Cómo se explica
que tras múltiples legislaturas socialistas no se haya hecho absolutamente
nada con la legislación sobre aborto y sí mucho en la desatención a las
mujeres? ¿Cómo se explica esto sino por la connivencia de cierta izquierda
y la derecha en este eterno delicado tema? Y es que hay cosas que no se
tocan, porque ahí, en el compromiso, duele.

Y ¿cómo se explica, más allá, la instrumentalización de los derechos de
las mujeres que practica el PSOE con leyes de estricta propaganda y poca
chicha y aplicación real como las de igualdad, violencia o dependencia? El
incremento en el ámbito legislativo ha ido unido al retroceso en las
condiciones y recursos materiales dirigidos a mujeres, mayores y niños. Y
es que lo simbólico, el talante y las buenas formas no desprecarizan la
existencia, tampoco lo hacen los golpes electorales de talonario. En
definitiva, ¿qué son los derechos de las mujeres o el propio movimiento de
mujeres sino algo que se instrumentaliza en el plano simbólico, y a fuerza
de instrumentalización se mata, como bien nos ha demostrado la experiencia
de dos décadas de desactivación de los movimientos sociales?

Muchos de los grupos que integramos la Comisión 8 de Marzo nos sentimos
enojados ante la amenaza de no poder celebrar libremente y sin acosos
electoralistas la lucha de las mujeres. Nuestro espíritu mayoritario era
salir juntas, todas, para reclamar, sobre todo en este año, el derecho a
nuestros cuerpos, a nuestra sexualidad, a tomar nuestras propias
decisiones. Queríamos afirmar, con nuestra presencia en la calle, que más
allá y más acá de las elecciones hay vida, que nuestros deseos y
necesidades laten a ritmo propio, no al del calendario que se nos imponga
de forma oportunista.

Queríamos discutir qué pulso estábamos dispuestas a librar para afirmar
algo que un movimiento siempre tiene que defender: la autonomía, la
capacidad creativa y la máxima presión para conseguir reconocimiento y
arrancar reclamaciones que, como el derecho a abortar, son un hecho… un
hecho cuestionado y castigado. Estábamos en el proceso de tensar esa
cuerda, de pensarnos y pensar con otras, de valorar de forma responsable
una salida, ésta sí, del tiesto.

Este, decimos, era el espíritu hasta que en la reunión de la Comisión del
8 de Marzo, tras conocer la ilegalización de la manifestación, sufrimos un
auténtico desembarco del PSOE protagonizado por sus distintas agrupaciones
y organismos «independientes» y encabezado por la cúpula de la igualdad.
Lo que pasó en dicha reunión merece ser narrado. A golpe de gritos,
insultos, pasilleo y acusaciones de radicalismo se desarticuló algo que el
movimiento había mimado inteligentemente en otras épocas: su autonomía con
respecto a los partidos. La manifestación tenía que ser el 7. Los porqués
oscilaban entre la demagogia (¡todos los días son 8 de marzo!), el
pragmatismo (otras veces hemos cambiado la fecha; lo simbólico es, eso,
simbólico; o, nos van a multar), el oportunismo (lo va a utilizar la
derecha… y es que en esta ocasión ZP no quiere hipotecas electorales), el
populismo (lo más importante es que seamos muchas, aunque no digamos
mucho) y un inusitado esfuerzo por insuflar miedo ante un acto ilegal. Una
vez más, cinismo, oportunismo y miedo.

Ya nos veíamos corriendo, cuatro pelagatas radicales, Atocha abajo con la
policía tirando gases lacrimógenos, ¡reprimiendo una manifestación de tono
festivo que se celebra año tras año desde hace décadas! Y es que «quien se
manifiesta en plena democracia de forma ilegal, se afirmó allí, es una
estúpida». No parece que les importara mucho esto cuando el 13m de 2004
afirmamos, por encima de legalidades mentales y formales, nuestro deseo de
verdad frente al gobierno de Aznar y mandamos al PP al carajo.

Pero hablando de ilegalidades ya estaba el autoritario acerbo de hazañas
de la dictadura franquista para recordarnos cuan poderoso son los
codificadores sociales al uso, en esta ocasión la edad, la generación,
para capturar la diferencia. El radicalismo, ya se sabe, pertenece a la
juventud o al pasado, y algunas siempre seremos jóvenes y/o anacrónicas,
mientras a otras el cargo se les ha colado en la cabeza. Y es que para
argumento de autoridad seguimos prefiriendo a Marx cuando decía eso de que
«no es la conciencia de la mujer la que determina su ser sino, por el
contrario, el ser social lo que determina su conciencia». El ser social
cuidadosamente construido por el PSOE no es sino la desarticulación de la
interrogación productiva que para nosotras es la democracia y la
imposición vía consenso de los lugares más corrientes.

Poco a poco se fue desvelando el auténtico interés de este partido en
aquella reunión. No querían un 8 de marzo que pudiera ser reprochado o
ingobernado, pero sí, quizás, un lucido 7 de marzo, al que acaso se
sumaran algunos autobuses de más fletados por el partido, como broche
femenino dirigido a legitimar una larga marcha hacia la
institucionalización del feminismo, eso sí, recordándonos con ahínco que
lo del aborto es algo de la derecha; como dice la canción, «¡sacad
vuestros rosarios de nuestros ovarios!». Sería bonito poder arañar
definitivamente los restos de autonomía en este maltrecho movimiento para
que este partido pudiera finalmente situarse, ya sin disfraces, en la
cabecera.

La insistencia de algunas por interponer un recurso, apoyándonos en la
legalización del 8m en otras ciudades, fue recibida literalmente con
abucheos y una fuerte agresividad. Y por supuesto nada de publicitar el
recurso como medida pública de presión. Algunas nos levantamos para salir
de aquella pesadilla, que como un déjà vu, nos recuerda dos tristes
décadas de desarticulación, extorsión y expropiación del ansia feminista.
Otras se quedaron y siguieron peleando el recurso como una manera de
presionar para que no nos roben el día. Gracias a la fuerza de todas, las
que nos plantamos y las que se quedaron resistiendo, se aprobó un recurso,
imponiendo un voto de silencio sobre el mismo.

En adelante se abren interrogantes de una trascendencia histórica para el
feminismo y, en general, para los movimientos. Pero muy en particular para
el feminismo, puesto que es su espacio, que no sus demandas, las que han
operado como discurso legitimador desde que el PSOE ganara las primeras
elecciones en 1982. ¿Se puede rearmar, o mejor, construir un movimiento,
una confluencia de gentes acuerdo a nuestros tiempos? ¿Tendremos que
habitar ya definitivamente el vacío, sin compromisos directos o
indirectos, monetarios o simbólicos, para poder construir un sentido
propio? ¿Podemos vencer juntas el miedo a perder alianzas improductivas o
directamente dañinas?

En los últimos años se ha desarrollado un trabajo lento y humilde de
debate, por ejemplo en el tema de la socialización de los cuidados, entre
los grupos de mujeres que desean este encuentro y, más allá, la
posibilidad de articular una voz pública diversa en lo común. Este
dificultoso proceso puede ser aplastado por maniobras como las que aquí
contamos. Entonces… ¿hemos acumulado algo de experiencia para
enfrentarlas? ¿Es el 7 el 8 de marzo?


Eskalera Karakola
26 de febrero de 2008

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